«Semilla, llama, penumbra»

12 de julio  →  24 de julio de 2022

Esta exposición colectiva, comisariada por Diana Angoso Guzmán, reúne la obra de ocho artistas cuyas prácticas generan reflexiones sobre los procesos de transformación, los vínculos con la naturaleza y la comunicación a partir del mito de la diosa Deméter.

Profundizar en las dimensiones de este imaginario se torna pertinente en el contexto actual marcado por la reivindicación del cuidado de la naturaleza y por un ecofeminismo renovado. Las artistas utilizan diferentes estrategias para abordar el mito a partir del símbolo:  las prácticas colaborativas, la citación y apropiación o la resignificación del valor de la invocación y la palabra. La interdisciplinaridad es uno de los rasgos que definen la muestra, dada la diversidad de herramientas presentes como el dibujo, el collage, la fotografía, la instalación y poesía.

Las dos  obras de Kika Beneyto (Madrid, 1971), Círculo mágico y Las mil veces única, citan el mito de Deméter revisando la idea del ciclo y transformación a través del círculo y la granada. Estefanía Martín Sáenz (Bilbao, 1982) en su serie Máscaras exhibe los miedos, pecados y castigos de las mujeres del pasado hilvanado historias hábilmente entretejidas en el contexto actual. La literatura, la palabra, es la materia invocada por Amelia Meléndez (París, 1974) en los Yambos para unas Tesmoforias, cuyos poemas visuales titulados Apotropaica diosa y Propulaia custoria liminal derivan de la literatura del mito.

Bajo el binomio arte y ecología, Lucía Loren (Madrid, 1973) crea espacios como El Jardín de Deméter donde las alegorías asociadas a la fertilidad, la abundancia y el alimento se materializan en colmenas para propiciar la polinización y un jardín de melíferas que refuerzan la eco-dependencia del mundo natural y la cultura cíclica. Por su parte, Alba Soto (Madrid, 1981) en la serie Semilla, Llama, Penumbra recurre a una suerte de mapa con centros compartidos, ombligos y corazones desde los que respirar circular y colectivamente. Sara Quintero (Madrid, 1971) regresa a la mitología griega con Yo elevo mi faro III con un dibujo de grandes dimensiones donde evoca las olas del mar Mediterráneo, escenario de la actual crisis de refugiados, con la estatua de la libertad, una de las representaciones de Hécate. A partir de dicha diosa, Quintero presenta Estampa devocionaria de Hécate y Detente bala, el corazón de Hécate está conmigo, donde se apropia de la iconografía religiosa para plantear una reflexión sobre las actuales políticas sociales.

Noli me tangere de Marina Vargas (Granada, 1980) atiende a valores y órdenes simbólicos de la mitología bajo una mirada comprometida feminista. Esta serie fotográfica inicia un proceso de re-contextualización de Artemisa, diosa-madre identificada con Hécate, para desarrollar la  una similitud entre el cuerpo femenino y el animal, entre lo religioso y lo profana. Por su parte, El Deseo de Olimpia Velasco (Madrid, 1980) materializa la identificación del ser humano con la naturaleza, comprendiendo la simbiosis existente entre ritmos vitales y ritmos naturales. Porque volver a la naturaleza es volver a casa.